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miƩrcoles. 11.06.2025
LA MEZQUITA DE CƓRDOBA, PROPIEDAD DE LA IGLESIA

La Mezquita por 30 monedas

Por Francisco Javier Vivas | Interpelado en el Senado por un diputado de IU, Gallardón ha dicho que expropiar la Mezquita de Córdoba a la Iglesia sería un despropósito jurídico y económico.

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Una de las mĆ”s groseras mĆ”culas del proceso de reforma de la dictadura franquista, al que Vidal Beneyto llamó con sarcasmo ā€œinmaculada transiciónā€, fue el favorable trato que el nuevo rĆ©gimen polĆ­tico, democrĆ”tico ma non troppo, dispensó a la Iglesia católica. Gracias a los acuerdos con la Santa Sede, negociados en secreto mientras se discutĆ­a pĆŗblicamente la Constitución en la que no caben, la Iglesia espaƱola conserva ancestrales privilegios y disfruta de un rĆ©gimen fiscal de excepción.

Sabemos que el Papa habla ex cathedra cuando se refiere a asuntos de fe, es decir, que no yerra cuando fija la ā€œverdaderaā€ interpretación de los misterios que nutren el esotĆ©rico discurso eclesiĆ”stico, pero lo que no sabĆ­amos -Āæy cuĆ”nto no sabemos?- es que los obispos espaƱoles disfrutan de una autoridad similar cuando hablan de propiedades tan mundanas como terrenos, edificios, huertos, casas parroquiales, seminarios o cementerios. Por una disposición de la dictadura -una ley de 1946, aĆŗn vigente-, un obispo detenta la misma autoridad que un registrador o que un notario en asuntos de esa Ć­ndole: no precisa una escritura, como los demĆ”s mortales, para registrar a su nombre una propiedad, le basta con una comunicación diocesana en la que se afirme tal pertenencia.

En 1998, el católico gobierno de Aznar, extendió ese privilegio a los templos y a lugares de culto religioso, y desde entonces, con el habitual sigilo, la Iglesia, según fuentes diversas, ha inscrito a su nombre mÔs de cuatro mil capillas, ermitas y catedrales, que, supuestamente, carecían de inscripción de dominio porque eran, simplemente, de los municipios. En el lote caben también lugares de culto no católico, porque ese privilegio no afecta a otras confesiones, no fuere a suceder que algún clérigo musulmÔn quisiera reclamar la propiedad de una mezquita o algún rabino pretendiera hacer lo mismo con la Sinagoga del TrÔnsito, con la de Córdoba o con otras de las que hay en España.

La Iglesia, mientras llega el paraĆ­so celestial, sigue viviendo en un paraĆ­so fiscal  

Con la osadĆ­a que la caracteriza, en 2006 la Curia EspaƱola registró o inscribió a su nombre la Mezquita de Córdoba, que ahora ya es sólo catedral. Por la módica cantidad de 30 euros, se hizo con una joya arquitectónica de 23.400 metros cuadrados de superficie, y de un valor histórico y cultural incalculable, y ademĆ”s con el pingüe negocio que proporcionan 1.200.000 visitantes al aƱo, que pagan una entrada de 8 euros por persona, lo que proporciona unos ingresos cercanos a los 10 millones de euros anuales, libres de impuestos, porque la Iglesia, mientras llega el paraĆ­so celestial, sigue viviendo en un paraĆ­so fiscal.   

Ante este nuevo abuso de la Conferencia Episcopal con la colaboración de las autoridades civiles, un sector de la sociedad se ha movilizado para revocar la actual propiedad de la Mezquita.

Interpelado en el Senado por un diputado de Izquierda Unida, el ministro de Justicia, Ruíz Gallardón, ha dicho que expropiar la Mezquita de Córdoba a la Iglesia sería un despropósito jurídico y económico, por el coste que tendría para el erario público. No, ministro, lo que ha sido un despropósito es la apropiación, efectuada al amparo de una ley con la que el gobierno de Franco premiaba la colaboración de la Curia en la guerra civil y la uncía a la posterior suerte de la dictadura. Y respecto al coste, no sería alto ni mucho menos, a no ser que se esté animando al obispado cordobés a especular con un edificio que le ha costado 30 euros y que realmente vale millones.

Aunque los responsables de esta aventura eclesiĆ”stico-financiera merecen ser expulsados de la Mezquita a latigazos, como JesĆŗs, aquel pobretón de Nazaret, expulsó a los mercaderes del atrio del templo, basta con que se devuelvan a la Iglesia las 30 monedas que ha pagado por el expolio, para volver a la situación precedente. Y en algĆŗn momento, en este paĆ­s, habrĆ” que colocar a la Iglesia en el lugar que le corresponde en un rĆ©gimen democrĆ”tico y no confesional. 

La Mezquita por 30 monedas