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lunes. 09.06.2025
TRIBUNA GEOPOLÍTICA

La nueva alianza Rusia-Estados Unidos y el futuro de la democracia en Europa

La humillación de Trump a Zelensly es también una advertencia contra el sistema democrático de cada país europeo.

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Cualquier demócrata o simplemente cualquier persona que tenga sentido de la dignidad humana se habrá escandalizado y revuelto ante la reunión televisada de Trump y su Vicepresidente Vance con el Presidente Zelensky. Pero lo que reflejara realmente esa reacción escandalizada va más allá de la humillación que hicieron Trump y su poco discreto mamporrero a Zelensky. Lo más grave es la dimensión estratégica que posee esta lamentable escena. Dimensión estratégica internacional, pero posiblemente con derivaciones de política interna en algunos países europeos.

La respuesta de la Unión Europea quizá no sea suficientemente rotunda a juzgar por los resultados de la reunión de Londres

La terrible humillación a Zelensky significa que Estados Unidos ha cambiado de bando en la guerra de agresión que Rusia mantiene contra Ucrania. Es decir, que Estados Unidos se despega del grupo de países que hasta ahora apoyaba a Ucrania para pasar al bando de apoyar al agresor, a la Rusia gobernada por un criminal de guerra. Ese es el brutal significado de la tremenda escena de Trump y Vance contra Zelensky, escena prolongada con el anuncio del cese de la ayuda militar a Ucrania. Con una visión mínimamente humanista es posible pensar la innecesariedad de la escena, pues no era precisa para exteriorizar el cambio de bando de Estados Unidos, cambio que se veía venir desde la reunión en Riad con Rusia y desde al insulto de Trump a Zelensky al llamarle dictador. Pero Trump necesitaba humillar a Zelensky por varios motivos: para exteriorizar su alianza sin restricciones con Rusia, para mostrar la debilidad de Ucrania, para enseñar al mundo cuáles son las formas de actuar del nuevo Presidente y, en fin, para atemorizar al mundo y especialmente a la Unión Europea, a Dinamarca, a Canadá o a Méjico.

Pero, aun repugnando a toda persona sensible el gesto de Trump, lo peor son las intenciones que anuncia. Porque lo que anuncia es la sorprendente alianza de Estados Unidos y Rusia contra Europa y contra Iberoamérica. El gesto brutal del Presidente significa que Estados Unidos y Rusia se ponen en marcha contra la Unión Europea para romper su unidad política, para ahogarla económicamente y para someterla. Significa también que Rusia no se contentará con apoderarse de Ucrania, sino que proseguirá por Moldavia o por alguna de las Repúblicas bálticas o, incluso, por Polonia. Y también es una advertencia hacia Iberoamérica.

El dirigente estadounidense ha humillado también al Presidente elegido de un país democrático, es decir, ha mostrado su agresividad contra el principio democrático que es la base de los actuales Estados europeos

La respuesta de la Unión Europea quizá no sea suficientemente rotunda a juzgar por los resultados de la reunión de Londres. Es una reunión propiciada por dos países, Reino Unido y Francia, que están lanzando mensajes apaciguadores hacia Estados Unidos, como vimos la semana pasada en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas cuando ambas potencias permitieron que se aprobara una resolución prorrusa. El papel ambiguo del Premier Starmer no resulta tranquilizante vista la tradición apaciguadora de la diplomacia británica frente a los dictadores de derechas (España 1936, Múnich 1938, Checoslovaquia 1939) y tampoco tranquiliza el protagonismo de un Presidente débil como Macron, que está en cierto modo prisionero de Le Pen.

Es cierto que la Unión Europea es una entidad política débil, tanto por los enemigos que tiene en su seno (Hungría, pero también Italia y Eslovaquia) como por sus reglas de funcionamiento, que no son como los de cualquier Estado, sino las propias de las viejas Confederaciones de Estados del siglo XIX. Por eso, para afrontar ambos problemas (enemigos internos y reglas de funcionamiento propias de un mastodonte) es necesario un liderazgo muy fuerte, que von der Leyen alcanza con dificultad, debilitada por su propio partido europeo que se atrevió a lanzarle un pulso fortísimo cuando el Parlamento Europeo tenía que informar la candidatura de la Vicepresidenta Ribera. Hay que llegar a un liderazgo europeo colegiado con von der Leyen, con el Presidente Sánchez, con el Presidente del Consejo Costa y algún otro político de Europa oriental. Ese equipo colegiado necesita, ante todo, mostrar su fortaleza frente a Trump y frente a Putin y poner al aparato político-istrativo de la Unión a diseñar políticas económicas de fortalecimiento que ayuden a aguantar la presión y la extorsión de Estados Unidos, al tiempo que reforzar los medios militares que necesita la defensa ucraniana. Es una tarea ingente para la que no basta la dirección comunitaria de Bruselas, ni puede servir la política común convencional. cuando en el seno de la Unión hay varios países que trabajan para Rusia. Sólo el liderazgo colegiado de un grupo de grandes dirigentes europeos puede mostrar la fortaleza de Europa frente al agresor (Rusia) y a su cómplice (Estados Unidos).

Por otra parte, la humillación de Trump a Zelensly es también una advertencia contra el sistema democrático de cada país europeo. No es que Trump humille a un país agredido y semi destruido. Es que el dirigente estadounidense ha humillado también al Presidente elegido de un país democrático, es decir, ha mostrado su agresividad contra el principio democrático que es la base de los actuales Estados europeos. Por eso, hay que concienciarse de que hoy el Estado democrático europeo está en riesgo por la presión de una dictadura (Rusia) y de un dictador que, como Hitler, ha llegado democráticamente al poder (Trump). Y lo primero de todo es fortalecer el cinturón sanitario que debe dejar extramuros del sistema a la extrema derecha, que es cómplice de Putin y de Trump. En tiempos de destrucción, no es posible la ambigüedad con quien pretende destruir la democracia.

La nueva alianza Rusia-Estados Unidos y el futuro de la democracia en Europa