TRIBUNA

Caen las máscaras

Esperanza Aguirre.
La careta de cera democrática que ha cubierto los carteles electorales de muchos del Partido Popular se va fundiendo aceleradamente.

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En la vieja película de Hollywood dedicada al fantasma de la ópera, había una escena en la que un incendio derretía la máscara del protagonista y dejaba ver la faz del monstruo. Hoy, al calor del apoyo popular que recibe en unos países, y del que espera recibir en otros, a la ultraderecha mundial se le funde poco a poco la máscara con la que durante décadas trató de hacer ver a los ciudadanos que compartía los valores básicos de la civilización occidental, cuando la realidad, tristemente visible en nuestros días, es que aspiraba a destruirlos.

La expresidenta del Gobierno autonómico con más casos de corrupción de la historia de la democracia dice cosas como que la dictadura franquista fue mucho mejor que la II República

Alguien dirá que siempre supimos que esos eran los fines de la ultraderecha, pero en lo que ahora tenemos que fijarnos es en que la ultraderecha estaba mucho más extendida, en silencio, de lo que pensábamos. Hace unos días se publicaba una entrevista con Esperanza Aguirre que deberían leer quienes aún tienen alguna fe en que la derecha española no sea tan peligrosa como la de otros países. En ella, la ex presidenta del Gobierno autonómico con más casos de corrupción de la historia de la democracia dice cosas como que la dictadura franquista fue mucho mejor que la II República, que la ONU es comunista y que no cree “para nada” en el Estado del bienestar. En otro momento, cuando se le pregunta por los asesinados por el franquismo, dice tranquilamente: “Era una dictadura represiva, pero permitió que surgiera la clase media. Claro, a los que habían matado, ¿cómo iban a tener oportunidades de progresar? Pero España creció de una manera exponencial”. Palabras dignas de un ministro de Netanyahu.

La careta de cera democrática que ha cubierto los carteles electorales de muchos del Partido Popular se va fundiendo aceleradamente, y debajo aparece la derecha vengativa que solo está esperando la oportunidad de tomar la revancha por el crimen de haberla tenido fuera del poder más años de los que quisieran.

Desde el punto de vista político, a ese disfraz podríamos calificarlo lisa y llanamente de cobardía, porque mientras los vientos electorales soplaban a favor de la civilizació,n esta derecha negaba como San Pedro a sus maestros y se proclamaba demócrata y abierta, pero es más importante fijarnos ahora en la voluntad de engañar que en sus móviles. Si llegan a tener el respaldo mayoritario de la población, el calor del poder fundirá la máscara por completo, y lo que entonces aparecerá dejará pequeño lo que llevamos visto.

Le deseo a esos jóvenes que creen que una dictadura no sería tan terrible que nunca tengan la ocasión de ver lo que se esconde detrás de la última gota de cera que todavía cubre la faz del monstruo. Hay películas que no tienen gracia cuando se desarrollan fuera del cine.