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El Sr. Feijóo ha vuelto a su manida costumbre de hacer llamamientos a los españoles para que se manifiesten en contra del Gobierno de España; lo lleva haciendo prácticamente desde que la soberanía popular representada en el Congreso de los Diputados no le otorgó su confianza para que accediese a la Presidencia del Gobierno de España tras las elecciones generales del 23 de julio de 2023. Esta vez, la fecha elegida es la del próximo 8 de junio y es su sexto intento de transmitir a los ciudadanos la falsa idea de que España, con el gobierno de coalición progresista y con Pedro Sánchez como presidente, camina hacia el caos, añadiendo en esta ocasión el apelativo de “mafia” a la acción política gubernamental.
Transmitir la idea de que España es un país a la deriva y que la corrupción del gobierno, su presidente y su entorno son insoportables, tiene en mi opinión pocos visos de prosperar, a pesar de los altavoces mediáticos afines al Partido Popular que la difunden profusamente utilizando todo tipo de bulos e informaciones erróneas.
Es perfectamente entendible que el Sr. Feijóo sienta inquietud e impaciencia al observar que, pese a las sucesivas campañas orquestadas contra el gobierno de progreso desde su llegada a Madrid, y particularmente focalizadas en el presidente Sánchez, lo cierto es que a fecha de hoy sigue constatando que continúa siendo un político en la oposición, y, consecuentemente, quienes le hicieron creer que su llegada a la Presidencia del Gobierno de España era inevitable e inminente no solo se equivocaron o le engañaron, sino que hoy muchos de ellos piensan que fue un error su elección para acometer ese objetivo.
Ahora bien, siendo entendible esa impaciencia y precipitación, particularmente en un político como Feijóo, poco acostumbrado a afrontar debates políticos complejos y con adversarios experimentados de valía reconocida, ello no puede implicar que, en una democracia como la española, el máximo responsable del principal partido de la oposición pueda ejercer continuamente su acción política basando sus críticas al gobierno en falsedades y mentiras, utilizando bulos y tergiversando los datos oficiales españoles y europeos, negando los logros conseguidos por el país y su gobierno, reconocidos y ratificados por los distintos organismos internacionales. Y algo más grave aún que todo lo anterior: sus reiterados intentos de desprestigiar la imagen de España fuera de nuestras fronteras.
Feijóo solo tiene un objetivo: llegar a La Moncloa a cualquier precio
Todo ello retrata, en mi opinión, de forma nítida al Sr. Feijóo como un político sin sentido de Estado, carente de principios, que ejerce la política de forma sucia y cuyas acciones e intervenciones muestran un nulo compromiso con el interés general; un político, el Sr. Feijóo, que solo tiene un objetivo: llegar a La Moncloa a cualquier precio, sin importarle los medios que tenga que utilizar para ello.
Esta forma de entender el patriotismo ha sido la seña de identidad del Partido Popular siempre que ha estado en la oposición, y con Feijóo esto no ha sufrido ningún cambio; si acaso, ese patriotismo de pacotilla se ha vuelto más rancio en el marco de su deriva a posiciones de la extrema derecha.
Dicho lo anterior, volvamos al lema que el Partido Popular ha elegido para publicitar y hacer conocer la movilización que parece ha convocado para el próximo 8 de junio: “Democracia o mafia”.
Pudiera parecer que el Sr. Feijóo, en su habitual tono apocalíptico, plantea a la ciudadanía como hechos probados que el Gobierno de España estaría ejerciendo el poder político de forma mafiosa, y que la única salida a esa gravísima anomalía sería su caída, para así recuperar la democracia. Esto es lo que parece desprenderse de un lema tan taxativo. Además, siendo Feijóo quien hace el llamamiento, se entiende que él y su partido serían quienes, llegando al gobierno, salvarían a la democracia española del enorme peligro en que, según su opinión, esta parece encontrarse.
En mi opinión, estamos ante una deriva muy peligrosa del Partido Popular, y singularmente del Sr. Feijóo, que una vez más se muestra como un político falto de recursos que, ante su absoluta incapacidad para conseguir algún apoyo allí donde en democracia se deben buscar —el Congreso de los Diputados—, intenta crear un clima de crispación social que solo puede generar desafección y debilitamiento de la cohesión social.
Estamos ante una deriva muy peligrosa del Partido Popular, y singularmente del Sr. Feijóo, que una vez más se muestra como un político falto de recursos
Si el Sr. Feijóo está convencido de que el gobierno tiene un comportamiento mafioso que pone en peligro nuestra democracia, tiene el imperativo no solo ético, sino también político, de utilizar el mecanismo existente en nuestro ordenamiento jurídico para hacer caer un gobierno: la moción de censura.
Si el Sr. Feijóo está convencido de que este gobierno tiene un comportamiento mafioso, no puede excusarse en que no le dan los números para no presentarla, ni tampoco en hacer una petición tan inaudita y esperpéntica como fue pedir que la presentaran los grupos políticos que apoyan al gobierno. ¿Por qué no la presenta el Sr. Feijóo? En mi opinión, porque una moción de censura —que en nuestro país tiene la condición de constructiva— exige plantear un programa alternativo de gobierno que convenza y consiga los votos de una mayoría parlamentaria. Y eso, en mi opinión, es prácticamente imposible, porque ni existe el programa ni, además, Feijóo podría demostrar que la labor del gobierno no ha sido en general razonablemente positiva y realizada dentro del marco del ordenamiento español y europeo.
Reflexionemos ahora sobre qué podría aportar a los ciudadanos españoles, en cuanto a limpieza y transparencia, eficacia en la gestión y prácticas de buen gobierno, que fuera el Partido Popular, con el Sr. Feijóo a la cabeza, quienes tomaran las riendas del país. Veamos:
¿Quizá gestiones tan trágicas, negligentes e irresponsables como las del gobierno del PP valenciano, con el Sr. Mazón como presidente, ante la última DANA, que supusieron 228 muertes que eran evitables?
¿Quizá gestiones tan macabras e inhumanas como las que supusieron el fallecimiento de 7.291 mayores en las residencias de la Comunidad de Madrid, sin recibir la atención médica que necesitaban por la aplicación de los protocolos de la vergüenza?
¿Quizá la defensa, por parte de máximos responsables políticos, utilizando a las instituciones públicas que representan, de personas allegadas que hayan cometido y confesado delitos, como se ha hecho en la Comunidad de Madrid por parte de su presidenta, la Sra. Díaz Ayuso?
¿En qué fundamenta el Sr. Feijóo su calificación de mafia dirigida al gobierno y a su presidente?
Ciertamente, no parece que el Partido Popular que lidera el Sr. Feijóo muestre, allí donde gobierna, unos hábitos y resultados que puedan ilusionar a la ciudadanía; más bien, todo lo contrario.
Jugar a extender dudas y sospechas generalizadas sobre las actuaciones del gobierno y su legalidad, para intentar desacreditarlo, no es quizá una buena opción en términos de obtención de réditos políticos y electorales si no se fundamentan muy bien y con argumentos veraces. ¿En qué fundamenta el Sr. Feijóo su calificación de mafia dirigida al gobierno y a su presidente?
¿Acaso pudiera ser por el llamado “caso Koldo”? Aquí podríamos convenir una amplia mayoría de ciudadanos en que es un asunto de mucha gravedad que afecta de manera clara al gobierno, particularmente a la parte socialista del mismo, y que exigía en su momento decisiones rápidas y contundentes. El Partido Socialista expulsó de manera inmediata al Sr. Ábalos, y el gobierno en su conjunto se está mostrando respetuoso con el procedimiento judicial en marcha. Los tribunales, en el contexto de nuestro ordenamiento, establecerán las culpabilidades o inocencias de los imputados. Es perfectamente legítimo que el Partido Popular y su líder, el Sr. Feijóo, emitan en este asunto críticas muy duras al gobierno, incluso focalizándolas en su presidente, pero de ahí a extender la idea de que el gobierno se comporta como una organización mafiosa hay un trecho hoy por hoy insalvable, y en todo caso, una acusación miserable.
¿Quizá fundamenta su afirmación el Sr. Feijóo en los procedimientos judiciales abiertos a la esposa del presidente del Gobierno, a su hermano y al fiscal general del Estado? Dejando al margen la identidad de quienes presentaron las denuncias y su escasa entidad (elementos y organizaciones de extrema derecha) y las extrañas peculiaridades que han aparecido en la instrucción de alguno de estos casos, lo cierto es que, en el caso del fiscal general, tras las últimas declaraciones del Sr. González Amador, su abogado y cuatro periodistas del diario El País, parece que va a ser muy difícil probar que fue el fiscal general quien pudiera haber cometido un delito de revelación de secretos, cuando los documentos en que se sustentaría la acusación eran conocidos por bastantes personas antes de que llegasen a manos del fiscal general.
El juez instructor está buscando posibles pruebas de delito por tierra, mar y aire
Respecto al procedimiento contra doña Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, han sido públicas las durísimas acusaciones que el Sr. Feijóo ha realizado contra el presidente del Gobierno, acusándole de tener la corrupción en su propia casa. En este procedimiento, lo cierto es que el juez instructor está buscando posibles pruebas de delito por tierra, mar y aire, en el marco de una instrucción muy anómala según una amplísima mayoría de expertos, con errores importantes y que ha merecido varias llamadas al orden desde la Audiencia Provincial. Y, a pesar de ello, esas pruebas no aparecen y la instrucción, con su prolongada dilación, solo está sirviendo para intentar desgastar al gobierno y particularmente a su presidente.
Respecto al procedimiento judicial contra el hermano del presidente del Gobierno, la jueza ha decidido enviar a juicio a don David Sánchez por delitos de prevaricación y tráfico de influencias, en contra de la opinión de la Fiscalía, que había solicitado su archivo. Conviene recordar que don David Sánchez fue contratado por la Diputación de Badajoz en julio de 2017, y en aquellas fechas Pedro Sánchez no era presidente del Gobierno de España. En este caso y en los anteriores, los tribunales de justicia concluirán su trabajo y habrá absoluciones o condenas, que en todo caso no podrán nunca ser fundamentos serios para tildar a un gobierno de prácticas corruptas con su presidente como capo.
Respecto al muy reciente caso de la militante socialista Leire Díez y sus reuniones con distintas personas, es obvio indicar que se trata de un episodio sucio que menoscaba la imagen del PSOE, que debe dar todas las explicaciones que sean necesarias para aclarar los hechos. En mi opinión, sería imprudente, con lo poco conocido hasta ahora, hacer valoraciones solemnes magnificando lo sabido hasta el momento, y lo que sí es absolutamente exigible es investigar este asunto hasta el final con las consecuencias que de ello pudieran derivarse.
Para ir concluyendo: para utilizar epítetos tan graves contra el gobierno como los realizados por el líder de la oposición, Sr. Feijóo, y hacerlo además tratando de agitar la calle, son necesarias al menos tres condiciones: que las acusaciones de corrupción sean veraces y demostrables; que la situación del país sea francamente mala para una importante mayoría social; y, por último, que esas graves acusaciones se realicen desde una posición de mínima credibilidad y coherencia. Ninguna de esas condiciones se da en este caso, y sí se daban en los tiempos en que se presentó la moción de censura contra el Sr. Rajoy y su gobierno.
¿Entenderá ahora el Sr. Feijóo por qué esas formaciones políticas a las que ha acusado de ser cómplices sí apoyaron aquella moción que descabalgó al Partido Popular del poder y no apoyarían ahora una moción que presentase el líder del Partido Popular?