
@jgonzalezok | Argentina vivió este jueves, 28 de agosto, la tercera huelga general contra un gobierno kirchnerista, y la segunda en lo que va de aƱo. Las valoraciones del seguimiento fueron absolutamente opuestas, pero lo cierto es que la actividad que se pudo observar en la calle fue mĆnima. Abrieron muchos comercios, aunque estaban casi vacĆos, y funcionó el transporte en la capital, aunque iban semivacĆos. Pero los piquetes de grupos de izquierda ātrotskistas, fundamentalmente- impidieron la entrada de autobuses procedentes del conurbano, con lo que las calles del centro porteƱo estaban con el aspecto de un dĆa festivo.
El dirigente sindical Hugo Moyano, sostuvo que el paro fue acatado por el 85 % de los trabajadores, casi la misma cifra que el gobierno atribuyó a los que fueron a trabajar. āSi no hay respuesta, nos obligan a profundizar este plan de luchaā, dijo Moyano despuĆ©s de la jornada de paro. Luis Barrionuevo, otro de los convocantes de la huelga afirmó que la próxima vez habrĆ” paro y acto en la plaza de Mayo. El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, desechó por innecesarios los reclamos sindicales.
El clima de enfrentamiento se venĆa calentando en los Ćŗltimos dĆas. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, habĆa afirmado el pasado lunes que los partidos polĆticos y los sindicatos opositores al gobierno āestĆ”n financiados y bancados por los fondos buitreā. Un dĆa despuĆ©s matizaba: ālos gremios opositores no son bancados por los buitres, actĆŗan gratis y por convicciónā.
Las tres centrales opositoras convocaron el paro contra la inflación y la subida del mĆnimo no imponible en el impuesto a las ganancias, que al no actualizarse cada vez afecta al bolsillo de mĆ”s trabajadores. Algunos dirigentes sindicales estĆ”n empezando a pedir la reapertura de los convenios colectivos de trabajo, a pesar de que no hace ni medio aƱo que se negociaron.
Algunos datos de las Ćŗltimas semanas son altamente preocupantes, que dan cuenta de la profundidad de la crisis. En solo tres meses se cerraron 311.000 cuentas sueldo; se han perdido 20.000 empleos en la construcción; en el segundo trimestre de este aƱo, las compras de alimentos en los supermercados de la capital cayeron un 4,1 % en comparación con el mismo perĆodo del aƱo anterior; las ventas en los locales de comidas rĆ”pidas cayeron un 15,3 %; y la venta de electrodomĆ©sticos, un 15,8 %. La propia ministra de Industria, DĆ©bora Giorgi, itió un deterioro en la actividad industrial en el primer semestre del aƱo, aunque lo achacó a factores externos.
El nivel salarial de los empleados estĆ” siendo devorado por la inflación. SegĆŗn datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares, el 50 % de los ocupados urbanos gana menos de 4.500 pesos mensuales (535 dólares al cambio oficial). Esto los trabajadores en blanco, porque los trabajadores del sector informal, mĆ”s de un 30 %, tienen ingresos aĆŗn menores. Junto a esto, una inflación que ya se proyecta en torno al 40 % para el 2014, caĆda en la producción, despidos y dificultades aƱadidas por el conflicto con los fondos buitre.
La relación del gobierno con los sindicatos se ha venido deteriorando en los Ćŗltimos aƱos. Y los Kirchner aplicaron el conocido mĆ©todo de dividir lo que no pueden controlar. Las elecciones sindicales acabaron con resultados dudosos y el gobierno favoreció a los dirigentes sumisos. AsĆ, de dos centrales sindicales, que empezaron siendo aliadas del gobierno, CGT (Confederación General del Trabajo) y CTA (Central de Trabajadores de la Argentina), se pasó a cinco. De ellas, hoy tres son opositoras: la CGT del dirigente camionero Hugo Moyano, la CGT Azul y Blanca del gastronómico Luis Barrionuevo y la CTA de Pablo Micheli, dirigente de los trabajadores estatales. Las otras dos mantienen su alianza con el gobierno: la CGT liderada por el dirigente metalĆŗrgico Antonio Caló y la CTA del docente Hugo Yaski.
Hugo Moyano fue un fiel aliado de Kirchner, durante los cuatro aƱos de su presidencia. El gobierno favoreció al sindicalista, que a cambio aportaba militantes en los actos polĆticos y prestaba servicios adicionales, como bloquear las plantas de los diarios independientes, en el momento mĆ”s Ć”lgido de la lucha contra el Grupo ClarĆn.
Pero la relación comenzó a deteriorarse en 2011. Primero, porque Moyano querĆa meter a mĆ”s hombres del sindicalismo en las listas electorales, recordando que el peronismo considera que los sindicatos son la columna vertebral del movimiento. Pero no tuvo Ć©xito y solo pudo colocar a uno de sus hijos, que ya rompió con el kirchnerismo. En segundo lugar, porque empezaba ya a deteriorarse la situación económica y las bases reclamaban acción. Y hubo tambiĆ©n un componente personal: Moyano se entendĆa bien con NĆ©stor Kirchner, pero no con su esposa, Cristina FernĆ”ndez, que lo detesta.
Cuando Cristina FernĆ”ndez ganó las elecciones del 2011, Moyano ya no asistió a su toma de posesión, y la presidente lanzó un claro mensaje: ācon nosotros, derecho de huelga hay, pero derecho de huelga, no de chantaje y extorsiónā. Lo dijo despuĆ©s de recordar que la Constitución peronista de 1949 no tenĆa este derecho. Hoy, la guerra es abierta y el conflicto es uno mĆ”s en el complicado panorama que enfrenta el gobierno en la recta final de la presidencia de Cristina FernĆ”ndez.