<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=621166132074194&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
domingo. 08.06.2025
EDUCACIÓN

Los cinco pilares de la educación

Desigualdad educativa y falta de motivación amenazan la calidad y equidad del sistema escolar español.

educacion

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

(Con la  huelga en Asturias como telón de fondo).

El Estado de las 17 autonomías deja sin resolver muchos problemas relacionados con la igualdad de los españoles según la Constitución. Y eso ocurre en la sanidad y la educación, que son dos pilares básicos del llamado –y nunca conseguido– Estado del Bienestar.

La diferente tacañería de las autonomías para mantener estos sectores causa –dentro de la mediocridad general de inversiones del Estado en ambos terrenos– diferencias insoportables en remuneraciones, jubilación, medios asistenciales, carga de trabajo y número de profesionales para atender las necesidades de la población. No es explicable –por poner un ejemplo– que un docente asturiano cobre 150 euros menos al mes que un docente vasco. Mejores salarios no es lo único que reclaman estos días los maestros y maestras asturianos. También protestan por la falta de medios, el exceso de alumnos por clase o la falta de profesores de educación especial. Y lo grave de estas carencias es que se vienen arrastrando de año en año como una pesada carga lo suficientemente insoportable como para conseguir movilizar a este sector tan conservador y reacio a la huelga como es el de la enseñanza.

Una huelga con poco eco

Asombra ver la poca atención que merece en los medios de nuestro país una huelga indefinida del profesorado, cuando los pocos que hoy callan o la mencionan arrastrando los pies se quejan tan a menudo de que la educación no funciona en España, y de los malos resultados que los informes PISA muestran sobre nuestros escolares, lo mismo que se quejan de una juventud maleducada. Pura hipocresía. Sin embargo, tienen razón al menos en lo primero, aunque no les importe lo mínimo: las escuelas no funcionan bien, el fenómeno no es nuevo y no es exclusivo de la escuela pública. La privada, tampoco.

Cuando las escuelas no funcionan

Los sucesivos informes PISA muestran tozudamente el bajo rendimiento escolar en dos áreas básicas del aprendizaje: lenguaje y matemáticas. Este mal viene de lejos, y lo hace acompañado por un cortejo de otros como la invisibilidad y el desprestigio social de los maestros y maestras y su pérdida de autoridad en el aula; la falta de motivación del alumnado y su creciente indisciplina, o los planes de estudio obsoletos ante el mundo actual. Y si esto todavía fuera poco, aún es necesario tener en cuenta que familias y escuela van cada una por su lado a la hora de establecer criterios educacionales, mientras que cada partido gobernante los cambia interesadamente cuando gana elecciones. Todo esto, más la presencia del memorismo escolástico, la falta de recursos materiales, las aulas incómodas y mal o nunca climatizadas, el número de alumnos por profesor, la falta de profesores especialistas, horarios con demasiada carga intelectual para el alumno o la alumna y las escasas actividades prácticas dentro y fuera del aula hace que brote la pregunta: “¿cómo salimos de esta?”…

Cómo salimos de «esta»:

Porque “esta” se las trae a la hora de imaginar una educación de calidad y con aprendizajes y habilidades básicas para iniciarse en el mundo en que vivimos. Y no, no se trata de reivindicar más tecnología: basta con las pizarras de siempre, talleres, laboratorios elementales –incluido el de lectura de imagen–, gimnasios y huerto escolar, y salidas al mundo exterior para aprender en museos y otros lugares apropiados a la edad. Maestros y maestras deberían huir de la pasividad de sus estudiantes como de la peste. Estos deben ser parte activa de su propio aprendizaje. Deberían aprender a expresarse oralmente ante sus compañeros y por escrito con total libertad de elección de temas y exponer a sus compañeros y compañeras el resultado de su trabajo. Este debería ser fotocopiado y leído por el autor y valorado por la asamblea de clase. Los mejores elegidos podrían formar parte de un libro final de curso. Esto es muy motivador, especialmente cuando se acompaña de un clima de democracia participativa general en el aula y en el conjunto del centro escolar.

¿Se quejan los maestros y maestras de la falta de motivación de los alumnos? Pónganse a prueba y verán: faciliten su creatividad, su participación, su libertad acordada en asamblea, su organización de clase con repartición de tareas rotativas y su deseo de mostrar sus valías.

En busca de la calidad educativa

La calidad educativa no depende únicamente, por tanto, de la existencia de más personal y mejor pagado o de muchos medios materiales: precisa de un profesorado preparado. No solo para impartir asignaturas, sino en el manejo de técnicas de dinámica de grupo, resolución de conflictos y abierto al diálogo y colaboración con los padres y madres de sus alumnos para acordar metas educacionales y evitar en lo posible esas brechas que observamos entre familia y escuela.

En las escuelas se imparten conocimientos que no se desean aprender y que no tienen valor alguno si no han sido acogidos con simpatía e interés por los alumnos

Para que sea posible una educación de calidad es necesario, en primer lugar, que las familias eduquen a sus hijos correctamente, y que luego actúen de acuerdo con sus profesores sobre la educación y los conocimientos que se impartan. Lo primero puede ser complicado en muchos casos. Pero lo segundo es urgente y necesario: tienen que existir puntos de acuerdo mínimos entre las escuelas y las familias sobre cómo educar para que los y las jóvenes no vivan en medio de un conflicto de valores y actitudes. Familias y tutores deben reunirse con la suficiente periodicidad como para poder valorar la evolución del grupo-clase, favorecer la relación familia-familia y familias-profesores y acordar estrategias de acción. Este es un asunto básico, porque tiene una doble consecuencia positiva: la unidad de criterios familia-escuela y una mayor autoridad moral del profesor o la profesora ante sus alumnos y alumnas por la valoración positiva de las familias al profesor o profesora de sus hijos e hijas. Aumenta mucho la motivación de los estudiantes para asistir al colegio cuando se sienten protagonistas, comprendidos y valorados y ven a sus propios padres y madres colaborando con sus profesores. Esto es determinante en la tarea educativa.

Lo mismo que comer sin apetito es malo para la salud, aprender sin motivación es un trágala de ese género, pues ¿cómo aprender lo que no se desea? En las escuelas se imparten conocimientos que no se desean aprender y que no tienen valor alguno si no han sido acogidos con simpatía e interés por los alumnos y alumnas y practicados libremente. Aprender lo que no se desea, que es cómo funciona el modelo clásico de la escuela autoritaria, la vieja y decadente escuela-cuartel de los fascismos y de la Iglesia, debe ser arrojada al fuego del pasado.

Los cinco pilares del edificio educativo

Familias, profesores, alumnado, programas y recursos forman los cinco pilares del progreso escolar: profesorado, medios materiales, ratio adecuada, programas atractivos y prácticas que motiven a los estudiantes, y colaboración real y fácil familia-escuela evitaría muchos males y muchas huelgas y conseguiría mejores personas para mejores sociedades democráticas y cultas.

Los cinco pilares de la educación