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domingo. 08.06.2025
HISTORIA POLÍTICA DE ESPAÑA

Ángel Llorca y los problemas de la escuela en los años veinte

Hoy su legado sigue vivo como el del espíritu de la escuela que pensó, a través de la Fundación Ángel Llorca.
Número 4.684 de 'El Socialista' del 12 de febrero de 1924

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@Montagut |

Ángel Llorca (1866-1942) fue un fundamental maestro y pedagogo, vinculado a la ILE, y unos de los grandes renovadores pedagógicos de la Historia contemporánea de España, siempre con una clara vocación social. Hoy su legado sigue vivo como el del espíritu de la escuela que pensó, a través de la Fundación Ángel Llorca.

Pues bien, queremos hacernos eco de la reseña que se publicó en El Socialista en el mes de febrero de 1924 de la obra de Llorca, Contribución al estudio de los problemas de la escuela y el maestro, que publicó en 1923. La reseña fue realizada por otro destacado pedagogo, vinculado al universo socialista, y al que hemos dedicado muchas páginas, Dionisio Correas.

La oposición solamente tenía como fin conquistar un puesto, y que al final dependía de un alto componente de suerte, es decir, de una bolita, de una mala noche, de una molestia de salud, y hasta de la buena disposición de los que examinaban.

El autor de la reseña informaba a los lectores que Llorca, en ese momento director del Grupo Escolar “Cervantes” de Madrid, había publicado un folleto en el que se trataban cinco cuestiones que consideraba como claves:

- Selección de maestros para las escuelas nacionales.

- Organización de la vida económica del maestro en relación con su perfeccionamiento profesional y con la mejora de la escuela.

- Las formas de combatir el analfabetismo.

- Las formas para hacer que la escuela primaria española pudiera siempre ser tan buena como la mejor.

- La casa-escuela y la casa del maestro.

Correas opinaba que el autor aportaba soluciones muy originales para cada uno de los problemas expuestos, demostrando su madurez y larga experiencia.

La reseña se centró en la primera cuestión sobre la selección de los docentes, porque para Correas era el principal de los problemas. La misma se seguía haciendo a través de oposiciones, un procedimiento que consideraba desacreditado, y que también censuraba Llorca. En este sentido, Llorca consideraba que la preparación de las oposiciones costaba mucho y no valía para nada. Consistía en estudiar, a marchas forzadas, las mismas materias que los opositores habían estudiado en la carrera. Era, por lo tanto, una preparación muy pesada, molesta y estéril, que no aumentaba la cultura del opositor, y que no contribuía a su formación profesional. La oposición solamente tenía como fin conquistar un puesto, y que al final dependía de un alto componente de suerte, es decir, de una bolita, de una mala noche, de una molestia de salud, y hasta de la buena disposición de los que examinaban.

Con este sistema era imposible conocer datos fundamentales para ser un buen maestro, su moralidad, sus dotes de observador, su modo de reaccionar ante las cosas que le rodeaban, su grado de sociabilidad, su carácter, sus afectos, su capacidad de trabajo, sus gustos estéticos, etc. Todo eso se escapaba, sin lugar a dudas, a la sagacidad del mejor de los Tribunales de oposiciones.

Para Correas merecía leerse este librito porque estaba lleno de “fecundas sugestiones”. Lo recomendaba a las autoridades “empingorotadas”, pero, sobre todo a los maestros, ya que a todos les incumbía el llevar a sus asociaciones las cuestiones tratadas en la obra. Los trabajadores también debían conocer esta obra porque era su deber informarse de las cuestiones que afectaban a la educación de sus hijos, y sin su conocimiento no podrían hacer tampoco una labor sustantiva en los municipios, instituciones provinciales, etc. Así pues, podía adquirirse en la redacción de El Socialista al precio de una peseta.

Hemos trabajado con el número 4.684 del 12 de febrero de 1924 de El Socialista.

Ángel Llorca y los problemas de la escuela en los años veinte