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En Noviembre de 2023, Pedro Sánchez fue investido presidente con 179 votos a favor. El gobierno de coalición PSOE–Sumar se apoyaba en una minoría parlamentaria de 148 escaños, entre los que se encontraban los 5 diputados de Podemos elegidos en las listas de Sumar. Siendo la mayoría absoluta 176 escaños, está claro que Podemos fue decisivo en la formación del segundo gobierno de coalición.
Año y medio después los diputados de Podemos ya no forman parte de la minoría parlamentaria que apoya al gobierno y Podemos se ha convertido en un crítico feroz del Gobierno de coalición al que descalifica rotundamente. Recientemente ha pedido que Sumar se vaya del Gobierno, esto es, quiere que Sumar rompa la coalición lo que, seguramente, llevaría a elecciones anticipadas.
Para entender este viraje, vale la pena analizar la reciente V Asamblea Ciudadana de Podemos donde se aprueba y justifica esta línea política. En todo caso, es evidente que el movimiento de Podemos debilita al Gobierno de coalición y dificulta la gobernabilidad, lo cual hace más probable el adelanto electoral.
Esta eventualidad es la que, probablemente, ha decidido a Feijóo a convocar el Congreso del PP. No es baladí que, al anunciar la convocatoria, Feijóo hablara del “cónclave del PP”. Es sabido que los cónclaves se convocan para elegir Papa. Al parecer, lo que busca Feijóo es salir del Congreso ratificado como líder del PP y candidato a presidente del Gobierno en vista a unas elecciones anticipadas. Propone, además, un cambio de método en las primarias (voto por compromisarios en lugar de voto directo por los afiliados) lo cual abunda en la idea de tener amarrado su nombramiento como candidato, evitando de antemano sorpresas.
La V Asamblea Ciudadana de Podemos se ha celebrado en abril, cuando la oleada de extrema derecha era ya, indiscutiblemente, el fenómeno político mundial más importante y la mayor amenaza para el sistema democrático. La «internacional reaccionaria» que se coordina desde la Casa Blanca ya toma parte activa en las elecciones de todos los países europeos, promoviendo las candidaturas de extrema derecha. El documento político aprobado por la Asamblea no ignora la ola reaccionaria que sacude al mundo entero. No obstante, no extrae ninguna consecuencia operativa, es decir, no hay una propuesta política concreta de cómo enfrentarnos a la marea que amenaza anegarlo todo. La línea política aprobada tiene que ver con la dinámica política de la izquierda a la izquierda del PSOE. Lo cual me trae a la memoria un episodio de hace casi un siglo.
En abril de 1931 se proclamó la República en España. La proclamación fue recibida con alborozo por las masas populares que salieron a la calle a celebrarlo. Un pequeño partido, el PCE de entonces, la recibió con la consigna de “Abajo la república burguesa y vivan los soviets”. Algo después una nueva dirección encabezada por Díaz e Ibárruri, cambió el rumbo del PCE, promoviendo la política de frente popular frente al fascismo en ascenso. La línea política aprobada por Podemos recuerda a la línea (sectaria y ultraizquierdista fue denominada después) del PCE de 1931.
Hoy, el rasgo más destacado de la situación política española es el brutal ataque contra el gobierno de coalición y, más en concreto, contra su Presidente
Hoy, el rasgo más destacado de la situación política española es el brutal ataque contra el gobierno de coalición y, más en concreto, contra su Presidente. El acoso judicial a Pedro Sánchez y a su familia por parte de algunos magistrados (con la aquiescencia o el silencio de los demás) tiene por objetivo tumbar al Gobierno. Así lo plantea la extrema derecha: que sea la “justicia” la que acabe con el Gobierno de Sánchez, ya que no han podido hacerlo ni en el Parlamento ni en la calle. Es lawfare en estado puro.
En este contexto, los ataques feroces de Podemos al Gobierno de coalición y el planteamiento de la ruptura de la misma no parece que sea una propuesta política encaminada a frenar el ascenso de la extrema derecha. Más bien da apoyo a la campaña de ésta. Conviene no olvidar que éste Gobierno se creó con el objetivo prioritario de impedir la llegada de la extrema derecha al Gobierno, cosa que, con toda probabilidad, es lo que hubiese sucedido, caso de no haberse formado.
En su V Asamblea Podemos se proclama como la única y verdadera izquierda (al menos de ámbito nacional) ya que Sumar “está intervenida por el PSOE”. A su vez, al PSOE se le declara indistinguible del PP. Con las gafas del sectarismo más cerril puestas, Podemos no ve diferencia entre Trump y Harris. Y en el actual Congreso, con las mismas gafas, Podemos observa que “el 90 % de los diputados defiende los intereses del 1% de la población”, o sea, de los ricos.
La tarea que se marca Podemos no es frenar el ascenso de la extrema derecha, a la que ya da por vencedora moral, sino poner en pie a la única verdadera izquierda
En consecuencia, la tarea que se marca Podemos no es frenar el ascenso de la extrema derecha, a la que ya da por vencedora moral, sino poner en pie a la única verdadera izquierda. El resultado de Podemos en las últimas elecciones europeas (3,3% de los votos y 2 diputados) ha sido un magnífico resultado, según sus líderes, sencillamente porque no han desaparecido.
En 2015, Podemos obtuvo 42 escaños y 45 en 2016 en las elecciones generales. Ahora son 4 los escaños con que cuenta Podemos en el Congreso de los Diputados. Fácilmente se aprecia que en nueve años se ha producido un acusado declive, o por mejor decir, una debacle. A la vista de lo cual, cabría esperar que la Asamblea Ciudadana hubiese abordado las causas que han llevado al hundimiento de Podemos, asunto esencial si se quiere tener un plan para salir del hoyo.
Podemos ha sido un partido exitoso: seis años después de su constitución como partido logró estar en el Gobierno. Pocos partidos pueden decir lo mismo. El primer gobierno de coalición se formó por la insistencia de Pablo Iglesias. Es sabido que Sánchez hizo todo lo que pudo, incluso repetir elecciones, para evitar esta fórmula de gobierno. Finalmente, aceptó formar coalición de gobierno cuando ya no le quedaba otra alternativa. Hacer de la necesidad virtud es una de las máximas de Sánchez, defensor hoy de la fórmula de coalición, como la forma normal de gobernar en Europa. Importa subrayar que el nacimiento del primer gobierno de coalición es mérito de Pablo Iglesias.
Contraviniendo todos los augurios, el primer gobierno de coalición fue estable y desarrolló una intensa actividad en todos los campos, especialmente en el terreno social: ha gobernado mucho y bien. La pregunta que surge, entonces, es cómo se explica que cuando Podemos logra el éxito de llegar a la Moncloa, impone su fórmula de coalición de gobierno y la acción del gobierno goza de una cierta aprobación ciudadana, Podemos sufre un declive tan brutal que les ha colocado al borde de la extinción.
Podemos hace una valoración de la acción de gobierno bastante sesgada. Según los redactores del texto congresual, Podemos ha sido el motor del gobierno: todo lo bueno que ha hecho el primer gobierno de coalición, Podemos se lo “ha arrancado al PSOE” que ha sido siempre renuente a tomar medidas progresistas. No hay tal.
Recién formado, el Gobierno de coalición tuvo que enfrentarse a una pandemia primero y a una aguda crisis económica derivada de ésta, después. Luego vino la guerra de Ucrania que produjo un episodio inflacionario notable. Es curioso que la ponencia ni siquiera mencione estos asuntos. La gestión de todas estas crisis han tenido una aprobación significativa, sobre todo en comparación con los países de nuestro entorno y con crisis anteriores. No parece que en la gestión de esas crisis Podemos haya sido ningún motor. Tampoco se puede decir que Illa, Calviño o Rivera hayan sido frenos al impulso progresista de Podemos en materias tales como sanidad, economía o la transición energética por mencionar tres áreas claves en el primer gobierno de coalición.
En mi opinión, Yolanda Díaz ha sido la mejor Ministra de Trabajo que ha habido en España desde Largo Caballero
Por otra parte, la gestión de las ministras de Podemos ha sido muy desigual. En mi opinión, Yolanda Díaz ha sido la mejor Ministra de Trabajo que ha habido en España desde Largo Caballero. Su labor ha sido ampliamente reconocida. Tanto que Iglesias la designó como candidata de Podemos para las siguientes elecciones. Por el contrario, la gestión de Irene Montero y Ione Belarra ha sido desastrosa: dividir el movimiento feminista y debiltarlo (por puro sectarismo) y conseguir desacreditar (por pura incompetencia) una buena ley (la Ley del “solo sí es sí”) no parece un gran logro.
El papel de motor sí que cabe atribuirlo a Yolanda Díaz, que puede exhibir una brillante gestión. Ahora bien, Yolanda Díaz ya no es la imagen de Podemos, sino de Sumar. La imagen de Podemos en el gobierno es una imagen de sectarismo e incompetencia y quizás eso explique, al menos en parte, el declive de Podemos. En resumen, Podemos no ha pasado la “prueba del algodón” de su estancia por el Gobierno. Eso sin contar que ninguno de los grandes objetivos reivindicados por el 15M y proclamados por Podemos en su fundación ha sido alcanzado ni siquiera se ha aproximado a ellos.
Sin embargo, la “explicación oficial” del declive de Podemos es otra y se puede resumir diciendo que, al parecer, ha habido una conspiración universal para tumbar a Podemos. Según los redactores del documento han sufrido una “violencia mediática, judicial y por parte de las fuerzas aliadas”, una persecución desde todos los ámbitos políticos, judiciales, mediáticos, todos ellos interesados en acallar a la única voz que se atreve a decir las cosas como son, a enfrentarse a todos lo poderes, el económico, el judicial, el mediático, etc. Sin comentarios.
El declive de Podemos y el fracaso de Sumar a la hora de vertebrar la izquierda a la izquierda del PSOE augura un futuro muy oscuro para este espacio político
El declive de Podemos y el fracaso de Sumar a la hora de vertebrar la izquierda a la izquierda del PSOE augura un futuro muy oscuro para este espacio político. Sobre todo porque su debate está enfocado a resolver las cuitas que les aquejan. E ignoran la cuestión que debería ser la central en nuestros días: cómo hacer frente al auge de la extrema derecha.
En el verano de 1935 se celebró el VII Congreso de la Internacional Comunista que se planteó como cuestión central, precisamente, cómo hacer frente al fascismo. Sin duda esta es la cuestión que hoy debería estar en el centro del debate de toda la izquierda y, más allá de ella, de todas las fuerzas democráticas. La respuesta que aquel congreso dio fue “tejer una flexible red de alianzas, coincidencias y neutralizaciones que aislara el fascismo”.
Un reciente editorial del NYT se hacía una pregunta parecida respecto a EEUU: ¿cómo hacer frente al trumpismo? La propuesta se definía de un modo parecido: como crear complejas coaliciones políticas, sociales, culturales etc. con una sola cosa en común: preservar la democracia norteamericana.
Aquí y ahora, la mejor forma de luchar contra el avance de la extrema derecha es apoyar al Gobierno de coalición, nacido, precisamente, para impedir o al menos retrasar la llegada al gobierno de la extrema derecha. Esa es condición necesaria, pero no suficiente. Además y, sobre todo, hay que ir tejiendo alianzas y complicidades orientadas a preservar el sistema democrático, la Unión Europea y el estado del bienestar. Esta es la cuestión sobre la que habremos de reflexionar.