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Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx
Posiblemente Locke & Key sea la obra más reconocida y lograda de Joe Hill, hijo del emblemático escritor Stephen King. En este cómic, Hill plasma muchas de sus pasiones y obsesiones literarias, entre ellas el amor por lo sobrenatural, el terror y, como no, la sangre. Su narrativa está impregnada de una imaginación desbordante y de una construcción de mundos tan fascinante como inquietante. Es inevitable encontrar ecos del trabajo de su padre en esta historia, especialmente en la ambientación: la vieja mansión de esta historia recuerda en ciertos aspectos a la icónica casa de El resplandor.
La nueva edición que Panini nos ofrece de Locke & Key es un auténtico placer para los coleccionistas y amantes del género. Se presenta en una cuidada edición en tapa dura que abarca toda la historia principal en dos volúmenes, con una gran atención al detalle tanto en la impresión como en la presentación visual. El primer tomo que nos ocupa hoy es el inicio de todo y, por tanto, el comienzo de una enorme aventura.
Si hace unos meses hablábamos del tono malsano, divertido y surrealista de Un cesto lleno de cabezas, Locke & Key (Tomo 1) mantiene la esencia sangrienta y absurda, pero la lleva a un terreno aún más profundo y onírico. La historia arranca con un brutal asesinato: un padre de familia es asesinado por un grupo de psicópatas, lo que obliga a su esposa e hijos a mudarse a la antigua mansión familiar en Lovecraft, Massachusetts. Sin embargo, esta casa, conocida como "la Casa de las Llaves", no es un simple refugio: encierra secretos oscuros y puertas encantadas que, al ser abiertas con ciertas llaves, otorgan poderes extraordinarios o desatan sucesos inexplicables.
Lo que distingue a Locke & Key es su capacidad de jugar con las reglas del género de terror, llevándonos poco a poco hacia un surrealismo envolvente
Lo que distingue a Locke & Key es su capacidad de jugar con las reglas del género de terror, llevándonos poco a poco hacia un surrealismo envolvente. La serie de Netflix basada en este cómic no logró capturar del todo su esencia, en parte porque Locke & Key funciona mejor en pequeñas dosis, como una serie de relatos cortos llenos de simbolismo y misterio. De hecho, se puede interpretar como una metáfora de la relación entre padres e hijos, la imaginación de los niños traumatizados y su proceso de maduración. Sin embargo, más allá de este trasfondo humano, la historia es ante todo un derroche de creatividad que explora los límites de la imaginación.
La premisa de las llaves abre un abanico de posibilidades narrativas: algunas permiten convertirse en fantasma, otras literalmente abren la cabeza para quitarse o insertarse recuerdos. Este recurso construye un mundo donde cualquier cosa puede pasar y donde lo imposible se convierte en norma. En este sentido, Locke & Key se emparenta con el universo de Sandman o Fábulas, en cuanto a su capacidad para expandir sus propios límites narrativos.
Uno de los mayores aciertos del cómic es el trabajo gráfico de Gabriel Rodríguez
Uno de los mayores aciertos del cómic es el trabajo gráfico de Gabriel Rodríguez. Su dibujo, a pesar de lo macabro de la historia, es colorido y detallado, logrando un equilibrio perfecto entre lo tenebroso y lo accesible. Su trazo permite una lectura fluida sin restarle impacto a las escenas de terror y violencia. La expresividad de los personajes, en especial la evolución de los tres hermanos protagonistas y su madre, añade profundidad emocional y hace que el lector se involucre con ellos en su lucha por sobrevivir y comprender los secretos de la casa.
El primer tomo que nos brinda Panini de Locke & Key sienta las bases de una historia fascinante y nos deja con ganas de más. No solo por el desarrollo de la trama, sino porque cada nueva idea de Joe Hill sorprende con su creatividad desbordante y su capacidad para sumergirnos en un mundo donde la realidad y la fantasía se entrelazan de manera magistral.
