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lunes. 09.06.2025
TEATRO

House. La casa como símbolo de paz

El director de cine israelí Amos Gitai aceptó la propuesta de Wadji Mouawad de llevar a las tablas su trilogía documental.
House - 04-03-23 - Simon Gosselin 1-55

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Carlos Valades | @carlosvalades

El director de cine israelí Amos Gitai aceptó la propuesta de Wadji Mouawad de llevar a las tablas su trilogía documental. Versaba sobre una casa situada en Jerusalén y los sucesivos dueños que la habitarían. El director sabía que se enfrentaría a la incomprensión y a la cerrazón de grupos muy poderosos dentro y fuera de Israel. La realidad ha devorado la propuesta teatral desde el 7 de octubre de 2023, momento en el que las fuerzas terroristas de Hamás iniciaron una guerra. Hoy, tiempo después de que el director escribiera House, el estado de Israel y sus fuerzas armadas estarán atacando un nuevo asentamiento de refugiados gazatíes o los restos de una escuela o un camión cargado con ayuda humanitaria. O quizás, un grupo de colonos disparen a los palestinos de cualquier aldea cisjordana sabiéndose impunes y a salvo de cualquier juicio justo. Esto no invalida el montaje, pero ya no está pegado a la actualidad, cosa por otra parte imposible en una región que vive en un estado de guerra permanente.

Las voces que claman por el entendimiento del pueblo palestino e israelí son pocas y no cuentan con ningún tipo de ayuda, voces como la de Amos Gitai o Yuval Abraham y Basel Adra, recientemente ganadores del Oscar al mejor documental por “No other land”, donde muestran el sufrimiento de los palestinos de la aldea de Masafer Yatta cuyas viviendas son destruidas por el ejército israelí.

House, un montaje de la compañía sa La Colline, relata los testimonios de los propietarios de una casa desde antes de 1948 hasta la actualidad. El escenario es ocupado por gigantescos andamios. Abajo, dos albañiles palestinos pican la piedra que supondrá la ampliación de la estructura de la vivienda. Vemos una sucesión de personajes desfilar, y cada uno nos cuenta la relación que tiene con ese lugar. Desde el médico palestino, dueño de la casa antes de la guerra de 1948, pasando por los judíos argelinos que le alquilan la casa al estado de Israel, hasta los dueños finales, una familia que emigró de Turquía a Estocolmo y de allí a Jerusalén. También, un joven arquitecto judío cuyos abuelos murieron en los campos de concentración nazis. 

El diálogo es prácticamente inexistente. Solo en un par de escenas los personajes interactúan, pero el resto de las casi dos horas y media de duración, asistimos al desfile de parlamentos en francés, inglés, hebreo y yiddish. Eso le resta dinamismo y por momentos la acción transcurre lentamente, pero a su vez muestra el inexistente entendimiento de todas las partes implicadas.

Los andamios acogen a los músicos Alexey Kochetkov, que toca el violín, y a Kioomars Musayyebi que maneja el dulcimer, impregnando la atmósfera sonora de un aire oriental. Un coro magnífico, en el que sobresale la increíble voz de Dima Bawab, que remata la música prácticamente presente en toda la función, ya sea como transición entre escenas o para remarcar los momentos más nostálgicos de los personajes al rememorar los tiempos pasados. 

En definitiva, un nuevo montaje de La Colline que llega a los Teatros del Canal poniendo el foco en el eterno conflicto de Oriente Medio, esta vez de la mano del israelí Amos Gitai, un optimista redomado, un buscador incansable de la paz y de la concordia por medio del arte y que nos recuerda que no todos los israelíes están de acuerdo con el genocidio al que Netanyahu está sometiendo al pueblo gazatí.

House. La casa como símbolo de paz